(SI NO SE HA VISTO LA 1ª PARTE, LA RECOMIENDO ANTES DE VER ESTA)
En fin… con el cabreo consiguiente partimos hacia Chios. Allí cenamos en el puerto en un bar regentado por un griego y una ecuatoriana. Chios estaba lleno de pubs y bares pijos… ¡¡¡aquí ya se pagaba en euros!!!!
Por cierto… llevábamos dos bolsas gigantes de material plastificado para meter la ropa de la moto y los cascos. Así nos podíamos cambiar, si no te puedes morir asado. Le dejamos las bolsas a la señora del bar y estuvimos pululando por el puerto hasta que llegó la hora de partir. El ferry hacia Piraeus no salió hasta que no se acabó el partido del mundial. Como ya sabéis ganó Grecia a Portugal 1 – 0, os podéis imaginar el estruendo y los gritos de júbilo celebrando la victoria… Por fin llegó el momento de cargar el barco… ¡vaya desmadre! ¡Aquello era la jungla! Primero estuvieron cargando camiones durante un buen rato y cuando terminaron… de repente se formó una avalancha de gente, coches y motos… Esperando a subir al ferry conocimos a un paisanete muy majo que hablaba inglés y que se ofreció a guiarnos al día siguiente hasta la zona del taller donde íbamos a dejar la moto. ¡Menos mal! Porque tal y como estaba Atenas, toda levantada por obras y con lo endiablado que es el centro para circular… hubiese sido un infierno sin él… además hasta que ves la dinámica de cómo reaccionan los coches hacia las motos… la verdad es que nos sorprendió lo tolerantes que eran… las motos se meten por todas partes y los coches ni se inmutan.
Por fin localizamos el garaje (Eliofil S.A.), que estaba en la zona de Likovrisi.
Lo malo era que la zona no es muy turística y no había mucho donde elegir en cuestión de hoteles… pero optamos por quedarnos en la zona, ya que estaba bien comunicada con autobús y metro. El hotel no fue nada barato (€90 con desayuno) comparado con los precios que veníamos pagando… pero consideramos que un poco de lujo no nos haría daño. Era muy coqueto y tenía piscina y un supermercado al cruzar la calle. Una cosa que nos llamó la atención fue que en Atenas muchos cafés y restaurantes tenían piscina. Supongo que es una forma de paliar el calor. Fue una bendición llegar a Grecia y poder tomar café decente de nuevo. Los griegos consumen cantidades ingentes de café. Tal es así que hasta tienen maquinitas de hacer frapé en el trabajo.
Así pues, mientras nos revisaron la moto, dedicamos unos días a descansar y hacer un poco de turismo “light” por Atenas. Visitamos el Museo Arqueológico, la Acrópolis y el Ágora, y nos dedicamos a pasear por las calles y las zonas turísticas de la ciudad. Por cierto, el metro cuesta 70 cent., una botella de agua 50 cent. y un billete de autobús 45 cent. Tienes que comprar los billetes de transporte en los quioscos… así que la primera vez que salimos del hotel el dueño nos dijo que le pidiéramos uno a alguien en la parada… nos daba corte, pero no teníamos otra opción… así que abordamos al primero que vimos en la parada… y ¡¡¡no nos los quería cobrar!!! Otra costumbre curiosa en Grecia es que cuando pasa un taxi, aunque vaya ocupado, le gritas a dónde quieres ir y si les queda de camino, te recogen y compartís el coste.
Durante nuestras andanzas nos pareció que Atenas no iba a estar ni remotamente lista para los Juegos Olímpicos. Había estaciones de metro todavía a medio construir y calles levantadas por todas partes. En una de las visitas al centro, fuimos a comer a un chiringuito que hay en el mercado de carne. Tiene tres mesas y es de lo más básico… pagamos €10.90 por ensalada griega, carne, patatas fritas, pan y cerveza para los dos. Encima uno de los paisanos se dirigió a nosotros y cuando le dimos a entender que no le entendíamos y dijimos que éramos españoles, nos invitó a una cerveza… Así que ya sabéis… ¡decir que se es español es el pasaporte para beber cerveza gratis por Europa y “parte del extranjero”!
El viernes 9 de julio – día 12 de viaje – salimos de Atenas rumbo a Patras para coger el ferry hasta Bari (Italia). Nos costó €28 la moto y €55 cada uno en banco de plástico en la cubierta… sí, sí no estoy exagerando… la cabina mas barata salía por ¡¡€185 cada uno!! De todas formas lo del banco de plástico lo descubrimos al llegar al barco… la chavala de la agencia donde compramos los pasajes nos había dicho que eran asientos tipo avión… si no, probablemente nos hubiéramos pensado lo de la cabina… aunque fuese un robo. El caso es que el día 10 de julio, día de nuestro decimoprimer aniversario de boda, despertamos en un pegajoso banco en la cubierta de un ferry atracando en la costa italiana.
Como ya nos habían dicho, las autopistas italianas son carísimas y hasta que te acostumbras a las señalizaciones y controlas el tema… pagas la primada de salir y tener que volver a entrar y que te cobren el €1.40.
En la primera tirada llegamos a Vico Equense con 3.339Km. y nos instalamos en el camping “Secano Spiaggia”. El dueño super majo nos dio todo lujo de detalles. Pagamos €66 por tres noches. En esos dos días visitamos Pompeya (€10 por cabeza), Nápoles y Sorrento. Encontramos esa zona muy sucia… mucha basura por todas partes y la gente muy descuidada. En los bares y en los campings todo es desechable… los italianos deben de generar ¡más de la mitad de los desechos de Europa!
El martes 13 de julio – día 16 del viaje – fuimos 285 Km. al norte hasta Roma y nos instalamos en el camping “Tiber”. Estaba frente a una fábrica… pero supongo que tienen clientela gracias a los que viajan como nosotros y lo ven como una alternativa barata a un hotel en el centro. El precio fue más o menos lo mismo. Pero a partir de aquí nos empezaron a dar vales de descuento y si íbamos a campings asociados (por toda Europa) nos hacían un 5% y tras la segunda vez el 10%, la página es: www.camping.it Llevábamos ya 3.624 Km. El sistema que usamos en Italia, dada la mala situación con robos y desperfectos en vehículos, fue dejar la moto en el camping y movernos en transporte público… que parece ser lo que hacían casi todos los demás.
Dedicamos un día a hacer una pasada turística de Roma y una visita guiada al Vaticano. El día 15 de julio nos dirigimos por la Toscana a Siena (231 Km.) y nos instalamos en el camping “Siena Colleverde” donde pagamos €51.33 por 3 noches. Durante esos dos días visitamos Siena, Florencia, San Gimignano y Pisa. Faltan palabras para expresar la belleza de estos lugares y los monumentos… nosotros ni siquiera intentamos entrar en los museos, ya que no teníamos el tiempo necesario para visitarlos con calma… pero empiezas a sacar fotos y llega un momento que ya no sabes a qué sacar la foto… son lugares que merecen una visita una vez en la vida. Nos llamó mucho la atención que en la catedral de Siena los moteros dejaban los cascos de ofrenda a la Virgen del Socorro. Italia no es barata… sin ir más lejos, pagamos €9.50 por dos cervezas en una terraza en la plaza de Siena donde se celebra el Palio… que son unas carreras de caballos muy famosas que se celebran anualmente entre hermandades de la ciudad.
El domingo 18 de julio llegamos a Venecia con 4.171,3 Km. y nos instalamos en el camping “Fusina”. Estábamos literalmente en la entrada de los barcos en la bahía… y ¡¡los mosquitos eran como caza bombarderos e inmunes al repelente de mosquitos!! Estábamos justo enfrente de la ciudad. Se podía cruzar en barco por el módico precio de €9, ó €1 en autobús… Dedicamos un día a visitar la ciudad y al día siguiente, el 20 de julio – día 23 del viaje-, nos dirigimos a la frontera con Suiza.
A partir de aquí decidimos ir por autopista por cuestión de tiempo. Fue muy estresante por lo congestionadas que están. Llegamos por la tarde a Arona, un pueblo al borde del Lago Maggiore. Pasamos la noche en un hotel familiar que se llamaba “Michelangelo” (€114) decidimos que tras tantos días de camping… ¡¡podíamos hacer el exceso!! Un lugar muy agradable de vacaciones… allí probamos helado de regaliz y helado de canela.
El miércoles 21 de julio cruzamos los Alpes por el Sempione (“Simplompass” para los franceses). Es como la película de Heidi… sé que suena hortera… pero parece sacado de una postal. Lo desesperante es que en cuanto llega a zonas pobladas, hay rotondas a cada paso y los coches no pasan de 50 ó 60 y todos respetan los límites de seguridad. Se hace desesperante a veces, y no es por ir como locos, pero ¡hombre! Ir un poco más ligeros… ¡no vendría mal! Evitamos las autopistas, porque, entre otras cosas, tienes que pagar 40 fr. suizos (unos $35), así que fuimos por todos los pueblitos… que son preciosos, pero que tienen unos atascos monumentales… Por fin llegamos a Ginebra con 4.871,7 Km. por la tarde. Allí pasamos dos noches en casa de unos amigos. El lago Le Mans es muy bonito y todo está muy limpio y “ordenado” pero todo es carísimo.
El viernes 23 de julio recorrimos los 527 Km. que nos separaban de Viriville, un pueblecito de Francia cerca de Grenoble. Allí pasamos otros dos días con unos compañeros de trabajo del colegio de Bakú. Durante la visita estuvimos en un pueblecito de montaña llamado Recourel. Allí, mientras los demás iban a caminar por la montaña, Manolo y yo paseamos por el lugar y comimos el plato del día en el hotel “Le Marroné” por €17.50 por persona (sopa de avellanas, filete de trucha con ravioli, profiteroles, vino y café).
El domingo 25 de julio con 5.398,7 Km., salimos hacia las 11 de la mañana camino de la Costa Azul. Llegamos a Antibes tras recorrer 437 Km. a primera hora de la tarde y lo primero fue situarse en el camping “La Vieille Ferme” y llamar a los amigos que íbamos a visitar aquí. Hay que decir que las áreas de descanso de las autopistas francesas de la zona que recorrimos están super preparadas. Muchos de los baños son turcos, pero hay agua y papel y están muy limpios.
Dedicamos esa tarde y el día siguiente a visitar Antibes y a salir con nuestros amigos. Por cierto, probamos flores de calabacín rellenas… ¡deliciosas! Estuvimos también en Juan-les-Pins en un bar brasileño de cócteles donde los camareros y camareras bailan y cantan para los clientes. Después cenamos una cazuela de mejillones, muy baratos, en un bar que se dedica exclusivamente a servir dicho molusco de mil y una formas.
El martes 27 de julio salimos rumbo a Barcelona… un viento fortísimo nos acompañó todo el viaje y nos hizo tener que parar cada poco para descansar. Además María ya llevaba las rodillas tocadísimas del viaje así que las circunstancias no estaban precisamente a nuestro favor. Recorrimos 640 Km. ese día y llegamos a Barcelona a media tarde con 6.475,7 Km. Curiosamente el único sitio donde nos paró la policía fue justo antes de pasar a España. Estábamos en un área de descanso y pasó un coche patrulla… debieron de ver la matrícula (tenía una R al revés porque era rusa) y les llamó la atención y, al poco, vuelven a pasar y se paran para pedirnos los papeles. Alucinaron cuando les dijimos desde donde veníamos… y al ver que teníamos todo en regla… y que ¡todo hay que decirlo! ¡¡Tenemos cara de buenos!! Echaron una parrafada con nosotros chapurreando español y se fueron.
En Barcelona tenemos familiares, así que el martes 27 de julio Manolo llevó la moto al taller para hacerle un chequeo y María se dedicó a no hacer mucho y descansar. El miércoles fuimos a Santa Coloma a vernos con los “triumpheros” en “El Encuentro II”, el bar que regentan Carlos y Esther. A parte de charlar con la gente y pasar un rato super agradable, nos bebimos una bota de clara y nos comimos un bikini americano atómico que nos preparó Esther cada uno.
El jueves 29 de julio fuimos para Creixell (Tarragona) a pasar unos días en una torre que tienen allí nuestros familiares.
El 5 de agosto salimos rumbo a Asturias con la intención de llegar en el día… íbamos bien… hasta que cerca empezamos a notar que la gasolina bajaba muy rápido… y cuando paramos en una gasolinera cerca de Tudela… sí, ¡¡donde los cogollos!!... ¡cuál no será nuestra sorpresa cuando vemos que pierde un conector del tanque! No hubo forma humana de conseguir que nos enviasen la pieza, así que tuvimos que resignarnos a pagar €160 de grúa hasta Pamplona…
que era el distribuidor de Triumph más cercano… esto obviamente nos echó a perder los planes de llegar en el día, ya que cuando salimos del taller en Pamplona eran las 6 de la tarde casi. Y eso no es nada si pensamos que nos podía haber pasado en el País Vasco… donde ¡¡había huelga de grúas!! O sea que… encima ¡Contentos! Si se hubiese dado el caso… ya podríamos habernos dispuesto a montar la tienda de campaña en la cuneta y uno de nosotros quedarnos con la moto mientras el otro intentaba llegar a un concesionario y que le quisieran vender la pieza… En fin… que si nos ponemos a pensar lo que podría haber sido… ¡hubiese sido de película de Almodóvar! El caso es que lo peor no sucedió… acabamos pasando la noche del 5 de agosto – día 39 del viaje – en Arenillas (Cantabria)… por cierto, si alguna vez os pilla cerca en hora de cena o comida… ¡¡merece la pena parar allí por el plato del día!! Llegamos al fin a Gijón (Asturias) ¡Hogar, dulce hogar! El viernes 6 de agosto, tras 40 días de viaje y con 7.309,9 Km. a las espaldas.
Esperamos que os haya gustado.
Ta Lueguínnn